Estaba el pequeño cuervo en la rama de un árbol, de su pico escupió una brasa, la lechuza que le observaba con cierta distancia se acerco y le dijo: “no desesperes pequeño cuervo…”, alzo el vuelo y se alejo repitiendo “no desesperes,... no desesperes, no desesperes… ” mientras su voz se perdía en la distancia. El pequeño cuervo entonces levanto la mirada y dirigiéndola al ave que se perdía en la distancia grazno con fuerza expresando: “¡¡¡Nunca más!!!”, y repitió para si en voz más baja, hasta volverlo una expresión de su conciencia que aguarda paciente y sin remordimiento.
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