Las palabras son la razón y el momento son fotografías racionales del instante.La razón es tan sólo un laberinto sin más que con sentido de acantilado donde la colmena de la mente que nos quiere absorber y el sentimiento se desplaza, se deduce, no se intuye ni se siente se prepara a fuego lento pero pierde poco a poco en el proceso lo espontáne, y aunque la poesía se nos acerca , se aproxima pero no le toca la mano a lo otro y no la traduce en otra cosa, más bien todo permanece en el laberinto de la razón y se queda a pesar de la interpretación. Y entonces el libro nace pero no se reproduce, está quieto; la acción creadora por esencia es espontánea, la técnica está alrededor. El libro es una suerte de quimera del anima que no se deja tomar del cuello y ahorcar, sino que es sombra, apariencia.El libro es un instrumento sumamente complejo en forma, en aspecto, en estructura, pero a pesar del juego interpretativo en excesos, también puede serlo verse al espejo, hacer la cama, tomarse un plato de sopa o ver una mosca.Todo se traduce de otra manera donde la forma prima , el aspecto de las letras, el nombrar y el pensar se dan la mano porque se conocen y no se desconectan haciendose una caja de pandora.
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