En el juego de los múltiples placeres siempre tenemos nuestros pecados. Y eso no es malo en tanto sean de los divertidos.El juego de las leyes y la moral nos ha quebrado la cabeza colocándonos constantemente en una manera non grata de convivir sabiendo dentro de nosotros que nuestra primera preocupación es intentar calmar nuestros primeros temores y nuestors deseos de romper algo. "Ello no impide hablar salvajemente pero hágalo con cuidado", dicen los analistas mentales sin más prejuicio social. Pero puede que uno en ello del placer culpable o de los condenados instantes de expresión también esté en el plano de ir al otro espacio , a lo sobrenatural y trascendente poniendo en tela de juicio que existe un sólo conjunto de caminos, vías, etc.
No se preocupen no citaré partes de los testamentos o del corán, no es mi búsqueda. Pero sí creo que al optar por los placeres más sencillos uno puede alcanzar "aquello" sí está ,primero que todo , convencido de que hay algo al otro lado de los muros. Y yo por eso me quedo con el chocolate.Es accesible para todos, no es nada de caro ( a menos que busques de "categoría"), no te pide nada ni te quita, sino que te dá mucho más de lo que crees , siempre vas a poder contar con él cuando lo necesites y a todo el mundo se le iluminan los ojos cuando le ofrecen un poco. Por ende, uno quiere creer que si existe el paraíso...necesariamente deberá ser de chocolate
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