La vida no es fácil cuando no se tiene adónde llegar en la noche; cuando la comida se comparte con el perro y el baño es casi un milagro. En un mundo donde las cosas son más apariencia y discursos sucede fácil dejarse llevar por la tranquilidad de la fogata cuando no le merma a uno. Pero yo no pretendo apologías de seres de carne que uno no conoce más que por la distancia, y aunque algunos han podido o han estado cerca de esas vidas de alguna manera, no es igual a que sea la rutina. Por eso para ello podría hacer la poesía o el periodismo un medio muy simpático para verlos, oírles y luego olvidarles, quizás porque en el fondo nunca ha sido posible incluir a lo distinto en el instante del tiempo en que lo distinto dejó de ser especial. Y es que a medida que pasa el tiempo las posibilidades de entrar en discusión con tanto tópico no hacen más que transformar el salón, la silla, el escritorio y la calle en una suerte de regreso a lo básico que se cumpla o no, se prometa o no, se mencione o no... está ahí. La suerte está hecha para unos sin patria, se puede llegar a afirmar; como también el empezar a tomar conciencia desde la misericordia del otro, desde lo otro, pero también cuando lo otro nunca llega a ser uno mismo el modo no se invierte ni se comparte, sino sólo se hace evidente la proximidad distante. Y es que también el vagabundo es una excusa como dicen algunos para fomentar la flojera colectiva o la indisciplina, pero no todos entienden que también puede ser un estilo de vida ni filosófico ni religioso ni psicológico sino algo más esencial que significarlo es pérdida de tiempo. Y si bien algunos han hecho de recursos impactantes para ver a estas figuras como algo más que parias, sino como seres de sentimiento y libertad que sin necesidad de leer diarios en línea de sus vidas uno puede darse el tiempo de darse cuenta de sus momentos porque quizás es lo más sincero que se puede hacer ante la razón con sus códigos binarios. Por eso quizás al final de todas estas palabras lo más útil sería preguntarle a los perros qué saben, qué sienten y por qué los acompañan porque pareciera que ellos son los únicos que realmente los entienden.
Muy buena nota, creo que hace mucho no te leía algo así de bueno, felicidades y comparto buena parte de tu pespectiva en esto, es cierto que no se le considera en la multiplicidad de sentidos que debiese, no creo por lo demás que eso sea raro en todo caso, sino que es más bien "humano". Un comediógrafo latino decía "Porque olvidar y no reconocer a los que no te pueden ofrecer nada es lo habitual entre los hombres". Los perros por otra parte son en este y muchos otros aspectos mejores que nosotros.
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