Nota preliminar: Escribir con pocas horas de sueño hace que mi estilo cambie, se nota, pero igualmente no es malo probar, damos prueba de que podemos y de que nos guste o nos disguste lo he publicado igual.
Pd: A la nota preliminar: que rudo suena si se lee de cierta manera…
A Rocío Mantis por su ayuda en la edición, ya se lo recompensaré en algún modo previamente acordado.
Suspensión del sueño:
Tengo la malsana costumbre de luchar contra el sueño cuando debería estar descansando por falta del mismo. Dormir menos de 8 horas en dos días afecta a nuestro funcionamiento, más si uno acostumbra o gusta dormir entre 8 a 10 horas diarias. Se siente un cansancio raro por la falta de sueño, es como si tu cuerpo estuviera calentándose y quemando y la única manera de calmar ese calor fuese posicionándose de manera horizontal sobre una superficie blanda también conocida como “cama”.
A veces creo que lo hago porque inocentemente –por no decir tontamente- creo que entre más aguante, mayor será el reconforte al caer en mi agradable lecho, claramente esto puede darse como no darse y de allí mi inocencia al creer aquello.
En otras ocasiones considero que es por una suerte de trastorno psicológico, con lo cual hay una motivación para no querer dejarme vencer, una figura humana, un objeto a vencer, y termino dándome cuenta que aquello es una obsesión ad infinitum, pues entre más la busco menos me dejo vencer y podría continuar durante mucho tiempo en el mismo juego, solo haciendo pausas para no enredar mis pensamientos y así poder pensar mejor por qué hago lo que estoy haciendo y desde antes de hacerlo no sabía que lo hacía: esto no es otra cosa que perder el rumbo y crearse un motivo para hacerlo: creer que se tiene un motivo oculto, y de tenerlo realmente, evadirlo con la idea de tenerlo. Lo anterior es similar a hacerse un sándwich con tres piezas de pan, una como base y en la tapa las otras dos, sabes que la primera tapa de pan está, pero la buscas en la segunda hacia arriba, no hacia abajo y como no encuentras nada en la superficie pones otra rebanada de pan y sigues buscando. ¿Por qué se hace esto? Porque si no lo hiciera, entonces encontraría el motivo –sea cual fuere- y buscaría dormir. El solucionar la motivación no es objeto, e incluso se puede pasar por alto como se ha hecho hasta ahora. Sí, que no haya motivo tampoco es impedimento para el razonamiento anterior, después de todos he sido capaz de poner infinitas tapas de pan, ¿por qué no inventar alguna otra excusa para no resolver el motivo o/y aceptar su inexistencia?
Existe un placer oculto en el suspender el sueño, un juego límite y por ello placentero de ser jugado, por su posibilidad: un límite que nos une con nuestro cerebro, me refiero a que se puede llegar al punto o de una clarividencia respecto de nuestros pensamientos-sentimientos-reflexiones, o al desvarió cuasi ditirámbico en la relación fantasía-realidad, la exacerbación in-frenable de la imaginación, pero que con la práctica suficiente puede ser encausada, mas no frenada voluntariamente, pues allí se funda y fundamenta su búsqueda. ¿Cuál de los dos sea mejor? no es lo importante, sino que alguno de ellos se dé, sea cual fuese. Provocar esa reacción es una tortura asombrosa y que desencadena algo extraño, poco común, de difícil acceso, pero con una resolución irónicamente “esclarecedora” en su sombría formulación, pues luego de tenerla es mucho más difícil explicárnosla, me hace recordar a lo que sucedería si pudiésemos vivir nuevamente nuestra adolescencia, probablemente cometeríamos los mismos errores, por las riendas biológicas-hormonales que nos tentarían, ciertamente pasa algo similar para el caso, pues para poder explicárnoslo debemos realizar una reminiscencia al estilo aristotélico, pero resulta en dar un camino explicativo al cual ya no tenemos acceso, así es como se concluye. La experiencia está y la tenemos con nosotros, que no podamos explicarla de manera recta no la hace inexistente.
Sé que en algún punto volveré a dormirme, lo sé. Entonces: ¿qué diferencia hay si lo hago ahora o en unos minutos más? Esta pregunta es mi razonamiento respecto del dormirme o no hacerlo en el momento en que siento el cansancio, cabe notar que va más allá de todo carácter biológico-químico que afectan mi cuerpo por el poco dormir, cosa que medianamente conozco (digo medianamente, pues no tengo mayores ni acabados estudios al respecto). Es un razonamiento básico, sino una excusa. Tenga o no un real motivo para ello, no es algo que me descontrole, pues tengo claro que tanto el dormir como el no hacerlo no lo solucionan, después de todo la motivación aquella no tiene que ver con el dormir o el sueño, sino que éste es más un efecto, o síntoma (el sentimiento frente al no dormir, pues el no hacerlo es un signo). En definitiva, me digo y les digo: siga no durmiendo, pero sin morir en el intento, pues de morir no se soluciona el motivo de aquello que se busca de la manera más indirecta posible (manteniendo su efecto: el sentimiento de no dormir), por razones de salud física es nocivo, mas no mentalmente, a menos que alguien se lo diga y aquel que se lo dice ¿cómo lo sabe? ¿Es que acaso la normalidad se aprende más allá de una moralidad? No lo creo. Lo sano vinculado con lo normal no es más que un supuesto no justificado, al igual como lo es la suspensión del sueño, es cosa de voluntad de quien lo hace encontrar y dar sentido-motivo a su acción: una voluntad que se retuerce sobre sí misma en busca de su voluntad.
Mirá lo que es la vida. Debo reconocer que no soy muy asiduo al pestañeo, sin embargo cuando hay que hacerlo, se hace, y con gran esmero. Sin embargo cuando se "debe" hacer por motivos académicos me encuentro acostado, pensando en literatura, fotografía, microcuentos y dramaturgia sin poder concebir que Morfeo dance esta pieza conmigo. Uno se rinde, a veces prefiere disfrutar la música sentado que terminar bailando con la fea, y justamente fue lo que pasó en esta oportunidad, el stand by del televisor me invitó a prenderlo para pillarme justamente con una pequeña muchacha inglesa que padece de un extraño trastorno del sueño, algo andaba mal con sus ondas alfas, la verdad no ponía atención, sólo veía como jugaba con un peluche desde las 3 am en adelante. Luego prendo la notebook porque simplemente está ahí, mirándome, pidiendo a gritos que tecleé un par de símbolos, mas lo hago y me encuentro con una entrada que habla justamente del sueño. Algo debe estar pasando me pregunto compungido, me rehuso a creer en el destino, mas quizás algo en el aire no deja que la gente duerma, y justamente se encuentra la niña inglesa, Dalí y yo, sentados uno junto al otro, tratando de crear lagañas y fallando en el intento.
ResponderEliminar¿Por qué esperar a que dé sueño para dormir? Suena un poco socrático, tener que sufrir para disfrutar el placer de mejor manera, un poco hedonista quizás también, ¿es mejor esto que una vida plana? Probablemente lo sea, y es que ya estamos aquí para qué morder la mano que probablemente nos ofrezca una cama mañana. La falta de suelo tiene efectos espeluznantes en algunos sujetos, y creo que acá habemos dos que dan fe de tal axioma.
Los créditos del programa corren en silencio, la tele en mute no me dejó saber al final qué padecía la chiquilla, quizás era el peluche, el que le decía redrum, redrum bien bajito para que sólo ella escuchara, ojalá no fuera eso, cuesta mucho sacar la sangre de las alfombras.
Esperemos por el bien de todos nosotros... ok, sólo de algunos -dentro de los cuales quizás no estemos- la niña no sea una máquina asesina que al quedarse dormida haga explotar ojibas nucleares ocultas al rededor del mundo.
EliminarSomos espeluznantes y desconocidos, y por eso es que estamos ahora enfrascados en estas noches, largas noches, frías noches, televisivas noches, bloggeras noches, noches que hacemos nuestras y solo nuestras, ya que el ocio manda y la razón escucha. Si vivieramos así también nuestros días, se tornarían con menos utilidad, pero mucho más productivos, dando así la utilidad un salto al estrellato! pues hasta ahora los días son llenados por inútiles y poco productivos agentes tragareallytis y confecionadores de incordios burocráticos, al menos por las noches la burocrácia se torna la escena variopinta de una obra de teatro absurdo. De cuánto nos perdemos, de cuánto dejamos de admirarnos!
Sigo creyendo que el osito y la niña son una pareja terrorista arruina noches de sueño que se confabulan con las emisoras televisivas para alargar el horario de transmisión y luego insertar propagandas de numeros telefónicos de poca monta y altos costos.