Hola, en esta ocasión lo escrito será de manera mucho más simple –no sean mal pensados, no tiene nada que ver con que no se me haya ocurrido nada para este mes…- o quizás no lo sea tanto. Dejaré correr mi mente por los parajes que le gusta andar, en donde las cosas y frases poco sentido tienen y más bien aparecen aforismos al estilo Yoda, en contrario de grandes pensamientos con todas las de la ley gramatical. Después de todo…
Mi escritura se aproxima más al lenguaje de los taquígrafos que al de creador de manual de instrucciones, el primero ha de plasmar rápidamente lo pensado y luego con rapidez no tan desmesurada traducirlo a modo de que más personas lo entiendan, con las esperanzas de mantener el sentido y que lo escrito no escape del mundo recayendo de manera solitaria en el escritor que sin intención de guardarse las palabras no hace otra cosa que ocultarlas bajo el manto de sus símbolos y garabatos. El segundo –el de los manuales- escribe de manera que todos o la mayoría entienda, hace lo que tendemos a denominar “a prueba de tontos”, el problema es que los tontos se superan cada vez más y no falta quien no entiende aquel manual que, de estar bien manufacturado, no presta oposición alguna a la comprensión; el problema de que todos o la mayoría entienda lo escrito por aquel sujeto se juega en que precisamente por cumplir su función es que ésta se vuelve vana, ¿qué sentido tiene que todos lo entendamos? ¿No resulta que lo escrito no son más que obviedades que se vuelven ridículas de escribir?, - ¡deja ya la pluma para los instructivos, que a nadie prestan ayuda, pues todos ya realizan aquello, sin necesidad de ti!
Esto no se me resuelve claro, ¿cómo hemos de escribir: o abstrusamente que caemos en peligro de sólo nosotros entendernos, o hemos de escribir de modo que todos nos entienden y por ello sólo tiene sentido para el escritor? (pues el sentido ha de ser incluso de lo más básico, escapando de lo escrito, escribir por cumplir con una norma legal -como llevar instructivo de uso- se resuelve el valor y el sentido, el propósito de lo efectuado o a lo a efectuarse).
Quizás no se juzgue mas esto sino como una elección, pero que se resuelve en sus extremos, los cuales finalmente no son más que lo mismo, pues en ambos casos no es captable el sentido, no porque esté ausente sino porque sólo es valedero para quien lo formula interiormente y en esa interioridad se juega toda la realidad de lo manifiesto que es incomprensible a quien no accede internamente al acto. Por ello el espectro interno (que es donde se logra entender) debe abrirse, debe ponerse de manifiesto las diferentes escalas de interioridad [esto suena genial, aunque apunto al sentido más laxo de lo expresado], hemos de entender que las respuestas son más amplias que las dadas, ya que el taquígrafo puede y debe hacer traducibles sus escritos con visión independiente del público al que se apunta, sino que más allá, se debe hacer traducible para quien lo considere necesario. Por su parte el realizador de los instructivos debe hacer manifiesta su escritura con suficiente atractivo que se formule como algo de interés necesario y que atraiga no solo por lo que dice, sino por cómo lo dice y las utilidades que trae leer lo dicho, no puede, eso sí, esperar que lo escrito se juegue por encima de lo expresado, pues el instructivo apunta siempre a lo más manifiesto: a lo que se ha de seguir paso a paso o evitar seguir, paso, a paso.
Creo estar en un punto más próximo al taquígrafo que al hombre que crea instructivos, eso es claro, sólo espero no volverme algo tan obvio que nadie quiera leerme o sólo me lea porque no considera necesario hacerlo, y, por lo mismo, llegue a leerme por simple divergencia; no, yo soy la divergencia, no su lectura.
Mi escritura se aproxima más al lenguaje de los taquígrafos que al de creador de manual de instrucciones, el primero ha de plasmar rápidamente lo pensado y luego con rapidez no tan desmesurada traducirlo a modo de que más personas lo entiendan, con las esperanzas de mantener el sentido y que lo escrito no escape del mundo recayendo de manera solitaria en el escritor que sin intención de guardarse las palabras no hace otra cosa que ocultarlas bajo el manto de sus símbolos y garabatos. El segundo –el de los manuales- escribe de manera que todos o la mayoría entienda, hace lo que tendemos a denominar “a prueba de tontos”, el problema es que los tontos se superan cada vez más y no falta quien no entiende aquel manual que, de estar bien manufacturado, no presta oposición alguna a la comprensión; el problema de que todos o la mayoría entienda lo escrito por aquel sujeto se juega en que precisamente por cumplir su función es que ésta se vuelve vana, ¿qué sentido tiene que todos lo entendamos? ¿No resulta que lo escrito no son más que obviedades que se vuelven ridículas de escribir?, - ¡deja ya la pluma para los instructivos, que a nadie prestan ayuda, pues todos ya realizan aquello, sin necesidad de ti!
Esto no se me resuelve claro, ¿cómo hemos de escribir: o abstrusamente que caemos en peligro de sólo nosotros entendernos, o hemos de escribir de modo que todos nos entienden y por ello sólo tiene sentido para el escritor? (pues el sentido ha de ser incluso de lo más básico, escapando de lo escrito, escribir por cumplir con una norma legal -como llevar instructivo de uso- se resuelve el valor y el sentido, el propósito de lo efectuado o a lo a efectuarse).
Quizás no se juzgue mas esto sino como una elección, pero que se resuelve en sus extremos, los cuales finalmente no son más que lo mismo, pues en ambos casos no es captable el sentido, no porque esté ausente sino porque sólo es valedero para quien lo formula interiormente y en esa interioridad se juega toda la realidad de lo manifiesto que es incomprensible a quien no accede internamente al acto. Por ello el espectro interno (que es donde se logra entender) debe abrirse, debe ponerse de manifiesto las diferentes escalas de interioridad [esto suena genial, aunque apunto al sentido más laxo de lo expresado], hemos de entender que las respuestas son más amplias que las dadas, ya que el taquígrafo puede y debe hacer traducibles sus escritos con visión independiente del público al que se apunta, sino que más allá, se debe hacer traducible para quien lo considere necesario. Por su parte el realizador de los instructivos debe hacer manifiesta su escritura con suficiente atractivo que se formule como algo de interés necesario y que atraiga no solo por lo que dice, sino por cómo lo dice y las utilidades que trae leer lo dicho, no puede, eso sí, esperar que lo escrito se juegue por encima de lo expresado, pues el instructivo apunta siempre a lo más manifiesto: a lo que se ha de seguir paso a paso o evitar seguir, paso, a paso.
Creo estar en un punto más próximo al taquígrafo que al hombre que crea instructivos, eso es claro, sólo espero no volverme algo tan obvio que nadie quiera leerme o sólo me lea porque no considera necesario hacerlo, y, por lo mismo, llegue a leerme por simple divergencia; no, yo soy la divergencia, no su lectura.
Mevlyma