Si ve una rana pensando en una piedra, es porque definitivamente esto es importante.

martes, 27 de septiembre de 2011

De la Axiología al morbo

"Cada vez siento más que todo lo que pienso me lleva inevitablemente al pensamiento de la Nada, a ese caminar en el vacío en donde la única gracia se versa en la música y el baile; en el aprender a cantar y bailar frente a la nada, puede que sea solo un proceso, una mirada, una visión pasajera, pero sea como sea lo siento así y me perturba, me encorva y se me revuelve el estomago al pensar que tengo razón y de que la irrealidad que quisiera que mi visión fuese no es más que ilusión, una mirada distante sobre una sombra brillante, o sea, engaños mentales, la nada se me presenta en cuerpo y alma."







De la axiología al morbo

“Mentiras” y “engaño”, hoy me he preguntado por ellos de una forma diferente hasta como lo había estado haciendo en el último mes, la perspectiva cambió luego de recordar mis años en la enseñanza media y darme cuenta de que el recinto de estudios en el cual estaba más que formarme, lo que hacían era dar muestra de información cuasi programada y eso no era todo, pues las cabezas de aquel lugar eran los seres más idiotas que había visto en mucho, difíciles de tratar no porque fueran autoridades sino porque sus mentes eran tan limitadas y tan enfocadas en estupideces que cada palabra que se les dirigiese era interpretada como un ataque y no como cualquier otra posible palabra que se le puede dirigir a alguien sobre la tierra. Es que para lograr algo a beneficio propio era cosa de fingir, dar muestras actorales y ya; la otra alternativa constaba en hacerse cercanos, lo que me asqueaba “no eran una gran pérdida” para mis relaciones interpersonales, tener que permanecer cerca de aquellos me era insufrible, prefería tener que cargar una pesada mochila a compartir con ellos alimento alguno… como extraño mirar al cielo y perderme entre las nubes, era allí donde yo pertenecía, no entre paredes y pasillos que no llevaban a ningún lugar, y a los cuales debí surcar durante largo tiempo, creando pasadizos, pasajes, falsas entradas y señales ignotas; todo esto para así tener un lugar de juegos, una distracción para mi mentalidad, para poder hacerme soportable, a ellos y a los demás.

Resultó que para poder realizar tal hazaña arquitectónica debí emplear no la sobria verdad, honestidad, ni maravillosa solidaridad; sino consciencia pura, engaño y mentiras, la verdad era un bodrio y la realidad no se le quedaba atrás. El problema no era la verdad misma, la honestidad ni la consciencia ni nada de ellos, el problema no eran las mentiras por sí, sino las personas a las cuales se les presentaban, la verdad y la mentira se mezclaron, se enlazaron cual matrimonio que lucha por el bienestar de su progenitor y portador de ambas.

¿Es que entonces la mentira y el engaño son malos en sí mismos? No me lo parece, cada vez veo a los valores más alejados de los hombres, ya no es cosa de quién los creó, de quién los dirige o su existencia previa a la humanidad, sino de cómo se les usa y cómo se les interpreta, el problema no está en el qué son, ni en el quién, sino en el cómo, en el uso de ellos ¿es la mentira aquí y ahora, empleada igual que la que fue usada hace diez años atrás, y será la misma que en un futuro incierto?

¿Será un juego de interpretaciones simplemente? Lo dudo, de serlo es que entonces los valores no serán sino solo invención de un grupo que le interpreta a gusto, una interpretación sin axiología ni axiologías, sino una cosa de gustos y ya, una interpretación común conformará entonces un valor y aquel valor no tendrá identidad propia, no será más que un molde hueco y sin nombre al cual se le añade todo lo que reste añadir, se le dirá a ese molde de un cierto modo y se le entenderá de cierta forma, pero el molde no será diferente a cualquier otro, será entonces igual decir “mensajero” que decir “verdad”, su cuna será la misma. No niego que esto se haya realizado en algún momento y que se siga haciendo e inclusive que se continuará con esto por mucho tiempo más; quizás nunca acabe, pero a lo que apunto es que a detrás de aquello hay algo así como “valores”, los cuales no son reconocidos por la especie, pues para ello tendrían que haberlos visto con claridad, con lucidez, con miedo e intranquilidad; los valores que yo menciono no son otra cosa más que “cosas en sí”, nosotros hemos viciado sus interpretaciones, dándoles designaciones interpretativas, hemos transformado la belleza, la beldad en harmonías de masas, en ecuaciones gramaticales y funciones logarítmicas que saturen a ciertos espectros de nuestros sentidos que parecen complacernos, hacernos “sentir bien” como si la beldad fuera o estuviese solo en las cosas “buenas” y con ello se entienda lo placentero necesaria y obligatoriamente, si algo me produce asco, tristeza, sorpresa desoladora, entonces es dañino y por ende malo, feo, horrendo y reprobable. Me pregunto entonces –y sé que no tendré una respuesta, pues de haberla directamente, quien la diga no es más que un cerdo- ¿quién ha hecho todo este circo de burlas torpes? Quién ha puesto el nombre de los demonios, las hadas, las ninfas y los sátiros -… oh sátiros amigos, Silenos ajenos al hombre, corran lejos, antes de ser cazados, antes de ser degollados y de ser ultrajados por los defensores del bien-; quien ha alejado y aislado solo con los suyos al hombre; aquellos han sido los hombres más varoniles y sobresalientes de todos, los ciegos y poco lúcidos que tienen fe de que el hombre es bueno para sí mismo y que las sociedades civilizadas deben ser separadas de aquellas que no lo son; los bárbaros, animales de carroña; las ninfas, prostitutas de la vejación; los sátiros, mentes perturbadas por la realidad e impetuosas manifestaciones de lo grotesco; los demonios, viles sombras corruptas.

Se nos ha engañado y nos hemos confundido, hemos destruido la belleza y lo bueno, hemos fusionado la estética con la ética en un caldero de brujos ineptos y nos hemos quedado solo con carbones que, luego de pulirlos, los hemos puesto al servicio de dioses con pies de barro; oh salud, oh dinero, oh amor -… oh amor! cuanta mentira hay en nuestras palabras!-, cuanto daría por borrarnos del mapa para que la tranquilidad regrese al mundo, para que de las polvorientas acequias surjan los monstruosos valores bellos, maltrechos, heridos, a quienes con vergüenza regresemos lo que les perteneció desde un comienzo y que hemos destrozado para deleite de nuestra beatitud y beldad.


Mevlyma