Si ve una rana pensando en una piedra, es porque definitivamente esto es importante.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Y si nos entendemos, ¿qué hacemos?

Nota: Por estas fechas por lo general uno encuentra saludos navideños y demás cosas que refieren a esta festividad, otros entran en el morbo de masacrarla o algo por el estilo, -que, en definitiva tampoco es una gran acción, pues finalmente entran en la misma dinámica de promover el conocimiento de aquella festividad- buscan más bien un conflicto a transformaciones respecto de la misma. Es por lo anterior que he decidido a pesar de las fechas subir este pensamiento, después de todo le trastoca a la humanidad en la fecha que sea, cada quien tómelo como mejor le plazca y haga con él lo que desee, siempre y cuando yo tome parte de aquello en tanto responsabilidad en medida que me vale.

Por último: dejen de comprar tanta wea!!!! y disfruten!

Parto con una cita de Cioran que me ha gustado mucho, es el comienzo de "El árbol de vida", muchas veces que leo al rumano me pongo a pensar en el lenguaje, su significado, sus aperturas y sus límites, ¿hemos alguna ves de entenderle?

***



"No es bueno que el hombre recuerde a cada instante que es hombre. Pensar en uno mismo es ya malo; pensar en la especie, con el celo de un obseso, es todavía peor: es prestarle un fundamento objetivo y una justificación filosófica a las miserias arbitrarias de la introspección."

"El árbol de vida"[extracto]. La caída en el tiempo. Cioran.


Y si nos entendemos, ¿qué hacemos?

Existen distintos tipos de movimientos (sociales y de otros tipos) en contra de ciertos vicios, males, crímenes y demás. ¿Por qué no hay ninguno en contra del lenguaje? Es que acaso no lo ven; mírenme aquí, hablándoles, provocándoles este incordio, este incomodo sentimiento que no pueden clasificar, ¿será enojo?... será rabia, será desconcierto, será risa, será que me entienden y por lo mismo no debería existir, mírenme aquí, hablándoles y mírense ustedes entendiéndome, cuanto desperdicio, cuanto mal hay en nosotros, ¿qué más destructivo y violento que el lenguaje? ¡Nada!, si no pudiéramos hablar seríamos felices y lo mejor de todo es que nadie lo sabría. Éste es, el lenguaje, la mayor de las maldiciones y la mejor de las herramientas para destruirlo a sí mismo, eso es lo hermoso del lenguaje, su maldición y su hermosura, el entenderlo, que lo entendamos y por entenderlo le destruyamos. Y, por mal entenderle le seguimos creando. En los malos entendidos y reinterpretaciones es que esta mala hierba prolifera, en el entenderla y en el no entenderla.

Mevlyma



sábado, 5 de noviembre de 2011

Momentos que discurren tras un tiempo que nos sucedió en un futuro pasado

Nota preliminar: Esto lo escribí hace ya un tiempo, pero lo posteo ahora ya que los recuerdos que me provoca espero volverlos a vivir, si es que no los estoy viviendo ya.



Si la curiosidad mató al gato,

¿entonces por qué no he muerto yo aún?,

pareciese ser que ha habido un error

¿dónde repararlo?, ¿a quién protestar?

¡yo también busco respuestas!


***

Hoy he visto lo que no tenía el placer de deleitarme observando hace años, un tono blanquecino de piel, unos ojos armoniosos con sus labios que se componían en armonía disonante, en donde la hermosura se observa a trasluz. Esos hombros, la caída de aquel cabello, castaño por lo demás, sin amarres ni moños. Ciertamente muy hermosa; pechos pequeños y firmes, esbelta; además de alegre, entusiasta y curiosa… una hermosa chica, vista por un desgraciado, alguien que goza de su imagen pero sabe que no debe ir por más que sólo eso, más significaría un riesgo para la cordura de aquel insólito enigma vuelto humanidad. Tan hermosa a la distancia, sólo un cristal y 3 metros, no se requiere de más para hacer a un hombre feliz de tener un pasado que recordar.

***

La búsqueda del amor para el filósofo es como buscar episteme en donde sólo hay doxa, y la aparición -del amor- tiende a ser de igual manera que en la comparación anterior, una sorpresa aturdidora en un momento ni deseado ni oportuno.

***

A veces siento como Orfeo, pero que ha llegado al Tártaro queriendo ir al Infierno.

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Quien reconoce sus errores aspira a gozar de sus virtudes.

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Metafísica es percibir las ausencias, no solo tener nociones de ellas.


Mevlyma


viernes, 21 de octubre de 2011

Léeme

Nota preliminar: Creo que cada vez la “vl” se me presenta con mayor recurrencia, lo veo reflejado en los temas que escojo escribir y el producto presentado de aquello.

Realmente no he escrito demasiado respecto de las parejas sino más de los libros y el trato que les damos, pues considero innecesario repetir exactamente lo mismo dos veces, es cosa de disposición en la lectura para poder disfrutarla, igual que cuando escuchamos a la pareja que tenemos, si le escuchamos atentamente, podemos disfrutar luego.

Pd: Quién de desee saber información completa de las citas pídalo en los comentarios, no las pongo por una cosa de estética.

Aclaración: Puede que no se hayan percatado, pues creo que solo lo he mencionado sólo una vez en las notas y contadas personas saben qué es lo que significa “Mevlyma” si es que significa algo, ya que pocos tienden a preguntarlo. Mevlyma o para ser correctos M.E.V.L.Y.M.A, pues es el acrónimo de “Me estoy volviendo loco y me alegra”. Los otros pseudónimo igualmente tienen significancia o traducción, pero eso ya es para otras notas, búsquenlos por sí mismos.



La sexualidad y los libros, de nuevos a (re)usados

(La sensualidad y estética… vertida en los libros)


"Mefistófeles.- [a Homúnculo] Haz lo que mejor te parezca. Allí donde se asentaron los espectros, tampoco desentonan los filósofos. Pues para gozar de su arte y favor, inmediatamente crean unas docenas de otros nuevos. Si no te equivocas, nunca llegarás al camino de la razón. ¡Si quieres ser, sé por tu propio esfuerzo!"

Fausto II, Goethe.

“Quiero entregar mi mano

y que mis dedos se pierdan en tus líneas…”

Mevlyma


Hace unos días que me ronda esta idea, no es un gran descubrimiento ni algo por el estilo, sino más bien una similitud que hay entre el estado de los libros y cómo se les trata y siento esto similar, si no que igual, -al menos conceptualmente- a cómo se vive la sensualidad y/o sexualidad.

Partamos por el libro nuevo, pues así es como sale de la imprenta. Embalado generalmente en una envoltura plástica delgada que es capaz de ser desgarrada o abierta con nuestras manos sin mayores problemas, ciertamente si queremos disfrutar del libro arrancamos su cubierta protectora y lo tomamos en esplendor, ¡pero no en cualquier esplendor! resulta que al abrir por primera vez su tapa notamos lo forzoso que es hacerlo, tememos violentarla demasiado dejando con ello una marca que o lamentaremos a futuro o que ayudará a su desgaste temprano, pudiendo también lamentarlo luego. En cualquier caso y venciendo el temor del primer intento o llevándolo a cabo en el primer intento abrimos el libro y -… desconozco si todos lo hacen, pero es agradable- sentir ese “olor a libro nuevo”, ese aroma que expelen las hojas al ser expuestas por vez primera y que dura un periodo no menor cada vez que abrimos, hojeamos o derechamente leemos el libro.

Situación similar a lo anterior sucede cuando ya pasada la portada del libro damos paso a hojearlo, en algunos libros es posible escuchar cómo éste suena al pasar de las páginas, sí, ¡suena! -podemos oír el libro-, las páginas se despegan progresiva y casi mágicamente cuando pasamos la hoja, ir de las páginas 7 a la 147 es una música que se nos graba con fuerza y placer. Nuestros dedos se deslizan delicadamente por los bordes de las hojas y si somos cuidadosos o conocemos un poco más, sabemos que debemos posicionar nuestros dedos, deslizándolos por debajo de la hoja, en la parte superior de ella, levantándola someramente para luego halar con suavidad y casi de manera inmediata y como si el libro también lo quisiera la página se levanta y se muestra como es: delgada, pulcra, sin manchas, suave y con un aroma inocentemente atractivo que nos causa curiosidad por conocer qué habrá en la página siguiente, y así continuamos, hasta sumirnos por completo en esta acción que nos envuelve, no por su dinámica, sino porque queremos que nos envuelva su dinámica, la terminamos y la repetimos cuantas veces sea necesario. Es parecida esta experiencia al mito del tritón que con su astucia conquistaba a las damiselas llevándoselas a las profundidades para así darse alimento de aquellas; nosotros jugamos parte en este sentido de ambos lados, somos tanto tritón como presa, tomamos al libro como una bella mujer a la cual se le da un trato preferencial y delicado para así disfrutar de ella lo mejor posible y por el mayor tiempo que pueda entregarnos, pero también somos presa del tritón que somos nosotros mismos, pues qué nos motiva a aquel presa y abrir nuestras fauces sino nuestro propio deseo y gozo que nos produce la disposición primera que damos aquello que tenemos en frente. A aquella mujer sensual que nos cautiva, porque queremos cautivarla.

Quizás, se logre entender mejor el punto anterior si lo remitimos a lo expresado por Kierkegaard en “La repetición”, aquel por boca de Constantino Constantius nos habla de la relación entre el joven poeta y su amada, a la cual admira tiempo y se ha atrevido a confesarle su amor hace muy poco, le han aceptado y logra acercarse a ella de una forma embelesada y delicada; así comenta Constantino Constantius las conversaciones con el joven poeta: “Tampoco en este otro caso es la muchacha para él una realidad, sino solamente como el puro reflejo de sus propios movimientos interiores y el acicate constante de los mismos. La muchacha, pues, tiene un significado enorme para él, que no la olvidará mientras viva. Pero tal significado e importancia enormes no los tiene ella en virtud de sus propias dotes o encantos personales, sino solamente en cuanto se ha relacionado con él. Ella es, por así decirlo, como el confín y el límite del ser de él. Semejante relación, naturalmente, no es erótica. Desde el punto de vista religioso se podría afirmar que es algo así como si Dios mismo se hubiera servido de la joven para cazar al muchacho. Lo que no quiere decir que la muchacha por sí misma sea una realidad, sino, poco más o menos, como una de esas moscas artificiales que se suelen poner en los anzuelos.” (S. Kierkegaard. La repetición, pág. 139) Puede esto sonar incluso despectivo si lo aplicamos a lo que ya va escrito, pero recordemos que se trata del trato precisamente con un objeto, algo que viene desde fuera (así es como también se trata a la muchacha en el texto, no mal interpretar, es un objeto, un ideal), el libro nuevo aplica y calza a la perfección en este caso, más aún el libro nuevo, al cual disfrutamos con gran emoción al momento de tenerle y leerle por primera vez, pero no es éste el disfrute real de un libro, sino su primer amor -por darle una interpretación-, es completamente volátil si no se le da una reflexión a lo leído, al igual que si no persiste la relación con la persona que se ama y no se le conoce más a fondo, una superficialidad tal no tiene otro termino más que la separación y el olvido; debe incluirse la reflexión, la indagación y el afecto a modo de confianza, lo cual solo se obtiene con el tiempo y dependiendo de la personalidad que conforme y elija el lector.

Cosas como las expuestas con el libro nuevo son las que acontecen con el primer amor, o con aquel amor del cual estamos en proceso de conocer, desarrollar o gustamos de disfrutar tendida y profusamente, pero sin violentarlo. Pues lo principal aquí es el descubrimiento y cómo nos asimos de él, lo volvemos nuestro y sólo nuestro, aquello me pasa sólo a mí y disfruto en silencio, en individualidad con el otro, por raro que esto parezca, pues la otra persona se vuelve la fuete de mis placeres, pero más como herramienta e inspiración que como una razón gravitante, pues ¿qué razón puede haber en dónde la particularidad y originalidad no me la entrega lo que veo sino cómo yo le veo y lo siento?. Así también tenemos, todos quienes hemos leído un mismo libro en más de una ocasión que a cada lectura encontramos cosas nuevas, cosas que nos llaman la atención nuevamente y otras que nos la llaman por vez primera, pero que siempre han estado allí.

El concepto de “nuevo” lo he empleado en sentido no propio del espectador sino del objeto, pero puede y se da muchas veces el fenómeno que un libro “usado” pasa a ser para quien lo adquiere un libro “nuevo” y muchas veces el suceso se repite o es aproximadamente el mismo.

Por último y en ciertos momentos tendemos a hacer dos cosas que marcan la acción en todo libro –no solo los nuevos- (acción no argumental sino práctica-teórica de lo que consideramos leerle o poseerle): Por una parte cerramos el libro y le tomamos con una o dos manos, con firmeza –sin violencia, sino firmeza- para que no se nos escape (eso realmente no sucederá, pero en ese momento lo vemos posible) y le observamos, simplemente le observamos. Le disfrutamos y gozamos.

Por la otra, tomamos el libro cerrado o a una lectura media, pero con una considerable cantidad de hojas en el porvenir; para luego y dichosamente inclinarle y con la mano derecha o izquierda (según la preferencia de cada quien) hacer correr con rapidez las páginas hasta agotarlas y llegar a una de las tapas, esto nos causa placer, y mayor es el placer entre más intenso sea el correr de las hojas, aunque siempre lo hacemos con el cuidado de no dañar el libro o que su desgaste no se vea profundizado desmesuradamente. Ésta acción me recuerda a los besos espontáneos que profusa las parejas de amantes, son besos que surgen por una necesidad de atracción, un erotismo intrínseco entre las partes, ambos están dispuestos a que esto suceda en cualquier momento o mejor dicho en el momento indicado y aceptado por ambos, pero aquel que lo realiza o comienza la acción sabe y se entrega a la respuesta del otro, sabe que su placer terminará cuando el otro diga basta, hasta que el libro termine y las hojas hayan pasado ya, cuando te encuentras con la tapa, aquella pared protectora de la interioridad que nos dice “es suficiente, el camino se termina, tal vez puedas volver a empezar”.



Mevlyma



sábado, 8 de octubre de 2011

El sentido del mundo

¿Es que el mundo tiene un sentido? ¿es en serio aquello que cuentan en la Casa de Fulano y en los pensamientos de los Menganos? ¿y desde cuándo que me lo ocultan? ¿o es que creen que pueda yo, un Nadie, manipular aquel sentido y volverlo en mí? Si todo esto es cierto, entonces permítanme sentir orgullo de mí mismo y desprecio del mundo; estando él entero frente a mí, la partícula más insignificante que pudo perder, y resulta que me teme. Es como si todo lo nefasto y su culpa la hubiesen hecho existir sumiéndola dentro de sí y a mí, al igual que a Aquiles, tomándome de un pie me zambulleran en aquella mezcla viscosa y extraña como el alquitrán, donde todos aprecian lo contrario del bienhechor por su respectiva inversión, excepto yo, claro está, que colgado de manera invertida me han sumergido… ¡Si tan solo les hubiera rondado un poco más de paciencia a sus ánimos, y todo estaría salvado, y el lobo sería devorado por la oveja! ¿O al revés?

Vete ahora –me han dicho-, vete y no vuelvas siquiera a beber el agua por las mañanas de primavera, se te negará y tu existencia será valorada igual que a la de los faraones malditos. ¡Olvídanos, pues nosotros ya no te recordamos!

Ahora cargo con memorias fúnebres de ataúdes vacíos y no me importa ya, pues antes tampoco me importó.

-¡Engaños, engaños, farsas y viles mentiras tranquilizan tu mente!-

No importa, nunca importó y nunca importará, jamás… Ahora lo recuerdo y lo encuentro, mientras lo pierdo… ¿qué es todo esto?

-Divagaciones intempestivas y nada más-

Gracias, gracias,… gracias por olvidarme jamás, porque escaparé siempre a sus sueños para que me odien y así tengan un anhelo que alcanzar en el silencio de su creencia en el sentido del mundo, mundo mudo y atento a los pasos de nadie, y a los logros de lo inexistente, con la mirada fija en la nada, mientras supervisa los rincones de un alma jamás formulada, y de un suspiro que nunca se exhaló.

Así me despido, como un maldito al que se le ha cargado: “el sentido del mundo”.


Para comenzar por el final, finalicemos por el principio.

El conocimiento no se muestra, se esconde, pues es peligroso mostrar lo que nadie está dispuesto a admitir. Pero, qué sucede cuando ese conocimiento te lo han entregado los mismos que rechazan aquello que te entregaron; la disposición a partir y a callar se vuelve tan absurda como su contraria, por lo cual la mejor opción es permanecer, pies te vayas o no, seguirán con el mismo trato y el hablar te sabrá igual que el callar; permanece oculto en las sombras de una callejuela concurrida, mientras susurras a sus oídos lo que no quieren oír; llegarán los días en que te escuchen con claridad y ya no te olviden, sino odien; continúa pues, eso quiere decir que has logrado tu propósito: le has dado una forma al absurdo, se ha vuelto nutritivo para el espíritu.


Mevlyma



martes, 27 de septiembre de 2011

De la Axiología al morbo

"Cada vez siento más que todo lo que pienso me lleva inevitablemente al pensamiento de la Nada, a ese caminar en el vacío en donde la única gracia se versa en la música y el baile; en el aprender a cantar y bailar frente a la nada, puede que sea solo un proceso, una mirada, una visión pasajera, pero sea como sea lo siento así y me perturba, me encorva y se me revuelve el estomago al pensar que tengo razón y de que la irrealidad que quisiera que mi visión fuese no es más que ilusión, una mirada distante sobre una sombra brillante, o sea, engaños mentales, la nada se me presenta en cuerpo y alma."







De la axiología al morbo

“Mentiras” y “engaño”, hoy me he preguntado por ellos de una forma diferente hasta como lo había estado haciendo en el último mes, la perspectiva cambió luego de recordar mis años en la enseñanza media y darme cuenta de que el recinto de estudios en el cual estaba más que formarme, lo que hacían era dar muestra de información cuasi programada y eso no era todo, pues las cabezas de aquel lugar eran los seres más idiotas que había visto en mucho, difíciles de tratar no porque fueran autoridades sino porque sus mentes eran tan limitadas y tan enfocadas en estupideces que cada palabra que se les dirigiese era interpretada como un ataque y no como cualquier otra posible palabra que se le puede dirigir a alguien sobre la tierra. Es que para lograr algo a beneficio propio era cosa de fingir, dar muestras actorales y ya; la otra alternativa constaba en hacerse cercanos, lo que me asqueaba “no eran una gran pérdida” para mis relaciones interpersonales, tener que permanecer cerca de aquellos me era insufrible, prefería tener que cargar una pesada mochila a compartir con ellos alimento alguno… como extraño mirar al cielo y perderme entre las nubes, era allí donde yo pertenecía, no entre paredes y pasillos que no llevaban a ningún lugar, y a los cuales debí surcar durante largo tiempo, creando pasadizos, pasajes, falsas entradas y señales ignotas; todo esto para así tener un lugar de juegos, una distracción para mi mentalidad, para poder hacerme soportable, a ellos y a los demás.

Resultó que para poder realizar tal hazaña arquitectónica debí emplear no la sobria verdad, honestidad, ni maravillosa solidaridad; sino consciencia pura, engaño y mentiras, la verdad era un bodrio y la realidad no se le quedaba atrás. El problema no era la verdad misma, la honestidad ni la consciencia ni nada de ellos, el problema no eran las mentiras por sí, sino las personas a las cuales se les presentaban, la verdad y la mentira se mezclaron, se enlazaron cual matrimonio que lucha por el bienestar de su progenitor y portador de ambas.

¿Es que entonces la mentira y el engaño son malos en sí mismos? No me lo parece, cada vez veo a los valores más alejados de los hombres, ya no es cosa de quién los creó, de quién los dirige o su existencia previa a la humanidad, sino de cómo se les usa y cómo se les interpreta, el problema no está en el qué son, ni en el quién, sino en el cómo, en el uso de ellos ¿es la mentira aquí y ahora, empleada igual que la que fue usada hace diez años atrás, y será la misma que en un futuro incierto?

¿Será un juego de interpretaciones simplemente? Lo dudo, de serlo es que entonces los valores no serán sino solo invención de un grupo que le interpreta a gusto, una interpretación sin axiología ni axiologías, sino una cosa de gustos y ya, una interpretación común conformará entonces un valor y aquel valor no tendrá identidad propia, no será más que un molde hueco y sin nombre al cual se le añade todo lo que reste añadir, se le dirá a ese molde de un cierto modo y se le entenderá de cierta forma, pero el molde no será diferente a cualquier otro, será entonces igual decir “mensajero” que decir “verdad”, su cuna será la misma. No niego que esto se haya realizado en algún momento y que se siga haciendo e inclusive que se continuará con esto por mucho tiempo más; quizás nunca acabe, pero a lo que apunto es que a detrás de aquello hay algo así como “valores”, los cuales no son reconocidos por la especie, pues para ello tendrían que haberlos visto con claridad, con lucidez, con miedo e intranquilidad; los valores que yo menciono no son otra cosa más que “cosas en sí”, nosotros hemos viciado sus interpretaciones, dándoles designaciones interpretativas, hemos transformado la belleza, la beldad en harmonías de masas, en ecuaciones gramaticales y funciones logarítmicas que saturen a ciertos espectros de nuestros sentidos que parecen complacernos, hacernos “sentir bien” como si la beldad fuera o estuviese solo en las cosas “buenas” y con ello se entienda lo placentero necesaria y obligatoriamente, si algo me produce asco, tristeza, sorpresa desoladora, entonces es dañino y por ende malo, feo, horrendo y reprobable. Me pregunto entonces –y sé que no tendré una respuesta, pues de haberla directamente, quien la diga no es más que un cerdo- ¿quién ha hecho todo este circo de burlas torpes? Quién ha puesto el nombre de los demonios, las hadas, las ninfas y los sátiros -… oh sátiros amigos, Silenos ajenos al hombre, corran lejos, antes de ser cazados, antes de ser degollados y de ser ultrajados por los defensores del bien-; quien ha alejado y aislado solo con los suyos al hombre; aquellos han sido los hombres más varoniles y sobresalientes de todos, los ciegos y poco lúcidos que tienen fe de que el hombre es bueno para sí mismo y que las sociedades civilizadas deben ser separadas de aquellas que no lo son; los bárbaros, animales de carroña; las ninfas, prostitutas de la vejación; los sátiros, mentes perturbadas por la realidad e impetuosas manifestaciones de lo grotesco; los demonios, viles sombras corruptas.

Se nos ha engañado y nos hemos confundido, hemos destruido la belleza y lo bueno, hemos fusionado la estética con la ética en un caldero de brujos ineptos y nos hemos quedado solo con carbones que, luego de pulirlos, los hemos puesto al servicio de dioses con pies de barro; oh salud, oh dinero, oh amor -… oh amor! cuanta mentira hay en nuestras palabras!-, cuanto daría por borrarnos del mapa para que la tranquilidad regrese al mundo, para que de las polvorientas acequias surjan los monstruosos valores bellos, maltrechos, heridos, a quienes con vergüenza regresemos lo que les perteneció desde un comienzo y que hemos destrozado para deleite de nuestra beatitud y beldad.


Mevlyma